El impacto económico del COVID-19 en la economía y el comercio internacional

La pandemia del COVID-19 constituye un shock para la economía global. La estrategia sanitaria, basada principalmente en medidas de confinamiento y aislamiento social reducen la demanda y la oferta, especialmente de servicios (turismo, hotelería, gastronomía, por mencionar algunos), pero también de bienes. Las políticas económicas buscarán contrarrestar estos efectos a través de medidas expansivas, incluso en aquellas economías con espacio fiscal limitado. Las medidas pueden ser de sostenimiento de ingreso de las familias (seguro de desempleo o transferencias directas), de alivio tributario para las empresas, baja de tasas de interés, entre muchas otras.

El COVID-19 y el comercio internacional

El comercio internacional, que ya venía desacelerándose durante 2019, será afectado negativamente por la pandemia, por su impacto en las cadenas globales de valor, la reducción del precio de las materias primas y el freno en la demanda de bienes manufacturados. Como hecho relevante, el comercio internacional puede mejorar el acceso a insumos farmacéuticos y médicos, contribuyendo a proteger la salud de la población.

Por ello es importante el levantamiento de medidas arancelarias y no arancelarias de modo de reducir el costo de estos insumos. En ese marco, son oportunas y acertadas las medidas del gobierno argentino sobre excepción de Licencias No Automáticas (LNA) para insumos médicos y la suspensión de dumping sobre sueros y jeringas, entre otras, un reclamo que llevó adelante la Cámara de Importadores de la República Argentina.

En oposición, las medidas que restringen las exportaciones de insumos médicos (como han hecho algunos países de la Unión Europea y Asia) tienden en el mediano plazo a reducir la producción, inversión y a incrementar los precios. En ese contexto, es importante la cooperación internacional para alinear los objetivos de salud pública.

El impacto en la economía.

El impacto económico del COVID-19 será significativo, pero en el mejor de los casos, transitorio. El problema es que encuentra a la economía argentina en recesión desde el segundo trimestre de 2018, con elevada inflación y sin acceso al financiamiento internacional. En ese marco, las medidas deberían buscar en la medida de lo posible que la economía siga funcionando, preservar la cadena de pagos y a los sectores más afectados.

Hacia adelante no sabemos cómo se configurará la evolución de la crisis: si la recuperación será de tipo “V”, es decir rápida, o si hay que esperar el tipo “L”, donde la recesión es profunda y con una recuperación muy lenta, o un escenario intermedio de tipo “U”. La incertidumbre no permite proyectar escenarios. Habrá que seguir de cerca los acontecimientos en los países desarrollados del hemisferio norte: si eventualmente se controla la situación sanitaria como pareciera haber ocurrido en Asia (puntualmente en China), las perspectivas económicas podrían ser menos desalentadoras.

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